Fátima Valdivia

De niños, la educación en casa siempre incluía frases como “Deja de jugar con el agua”, “No rompas las plantas”, “El papel no se desperdicia” o “Si no ves la tele apágala”; y es que desde antaño, en la escuela y en la casa se ha enseñado que en el mundo existen recursos naturales y artificiales, renovables y no renovables; y como el petróleo, la luz o el agua no se pueden regenerar, la educación se enfocó en el cuidado de estos recursos.

Ahora se sabe que el cuidar y no arrancar una flor ya no es suficiente y se han implementado mil y un campañas, leyes y normas a favor del Medio Ambiente, donde se exhorta a la población a cuidar el Planeta. En el Estado de Puebla, por ejemplo, se hizo una campaña publicitaria de conciencia social donde se mencionaba el costo que implicaba quitar un chicle pegado en el pavimento. Hay algunos spots en los cuales “se invita a Don Abundio” a que ahorre Luz en lugar de robarla.

También se han realizado expos de todo tipo de objetos elaboradas con materiales reciclados; en Internet encontramos casas hechas con envases de pet; se venden bolsas hechas de discos de acetatos, o de clips de latas de refresco; hay bolsas reutilizable para el súper; en Ciudad Universitaria de la BUAP existen botes de basura para separarla según sea el material; se han colocado contenedores especiales para baterías en determinados establecimientos; hojas de papel reciclable; “Dale la Vuelta”; “Iniciativa México”…

Y sin embargo nada de esto es suficiente. No es suficiente si no existen botes de basura en las calles, y valores inculcados en casa, como para no tirar una envoltura que estorba en la mano. No sirven las campañas si se siguen tapizando las banquetas de colillas de cigarro, de materiales no degradables que tapan el drenaje. Poco sirve que diez personas lleven al supermercado sus bolsas verdes si otras mil compran un refresco en algunas tiendasy les dan su bolsa de plástico.

Por un lado se encuentran las Leyes y Normas establecidas y vigiladas por la PROFEPA (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente), que entre sus atribuciones se encuentran vigilar el cumplimiento de las disposiciones legales; salvaguardar los intereses de la población en materia ambiental procurando el cumplimiento de la legislación ambiental, sancionar a las personas físicas y morales que violen dichos preceptos legales, etc.

También existen las NOMS (Normas Oficiales Mexicanas) que son disposiciones generales de tipo técnico expedidas por dependencias de la administración pública federal. Su objetivo es establecer reglas, especificaciones, directrices y características aplicables a un producto, proceso o servicio. Cada NOM está clasificada según Ramas de Actividad Económica, y el número es bastante grande; tan sólo para la Fabricación de Productos Metálicos existen 20 NOMS.

Y existe por supuesto la Ley General del Medio Ambiente y la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Estas Leyes y Organismos cumplen en gran medida la tarea de Proteger al Medio ambiente, e invitar a la población a hacerlo. No obstante, y como en todo el ámbito Legal en México, tiene sus huecos y baches que ocasionan que grandes esfuerzos se vean mermados por especificaciones no tan claras.

Digamos que una familia poblana decide separar sus desechos en Orgánicos, Papel y Cartón, Metal y Plásticos; los colocan separados en bolsas de plásticos, y cuando llega el Camión de PASA, agarran por igual todas las bolsas y las echan al contenedor que las compacta y mezcla entre sí. Llegando al Relleno Sanitario son tiradas al mismo lugar por igual y entonces de nada sirvió que aquella familia se hubiera tomado la molestia de separar su basura.

Quizás los que pueden aprovechar la separación de desechos son los llamados Pepenadores, a quienes realmente se les debe agradecer su labor de separación de deshechos; aunque también habría que reglamentar que no dejen tirado en la calle, todo lo que no les sirve.
Las Leyes ambientales son buenas, pero serían mejores si incluyeran cuestiones como el correcto trato de la basura doméstica, o como la regulación y restricción del uso de bolsas de plástico en establecimientos comerciales. Y se deberían de analizar la situación de las envolturas de comestibles hechas de plástico y metal que no son ni reciclables ni degradables, entre muchos otros detalles.

Y mientras se espera a que los Legisladores analicen estas cuestiones, cada quien puede poner su granito de arena. Y empezar por gastar unos 14 pesos en una tienda de “todo al mismo precio” en un par de bolsas ecológicas para compras en el súper; incluso venden ya bolsas que se compactan para guardarlas en el bolsillo y usarlas en una ida a la tiendita de la esquina.

Se puede continuar intentando ser conscientes verificando regularmente el auto, tirando la basura en su lugar, separar la basura para los Pepenadores, llevar su taza de café al trabajo en lugar de ocupar cada día un vaso de unicel (de lo más contaminante que hay), cerrar la llave del agua cuando te enjabonas, desconectar aparatos electrónicos que no se estén utilizando, etc.

Existe una organización sin fines de lucro llamada New Ventures México, que cuenta con una iniciativa llamada Las Páginas Verdes, en donde se pueden encontrar desde tips para el cuidado del medio ambiente, hasta un Directorio de empresas y productos que ayudan al cuidado del planeta; su página nos ayuda a darnos una idea de qué más se puede hacer para seguir una cultura ambiental.

Es difícil cambiar hábitos arraigados, pero la práctica hace al maestro, así que sólo es cuestión de ser consciente de cada acción y esforzarse por ser ESR o Ciudadanos Socialmente Responsables, y enfocarse en la idea ya sonada de que este mundo será de los hijos y los nietos, y que si los hijos y nietos no tienen conciencia de su ambiente, a los biznietos les tocarán los restos de lo que se puede salvar hoy.